Chef María De Los Ángeles Monje

Soy cocinera desde hace ya un poco más de diez años. Empecé a descubrir que cocinar me apasionaba en mi adolescencia, cuando comencé a vender escabeches y empanadas a mis amigos. Ese preciso momento fue en el que decidí profesionalizar mi hobby. Estudié en IGA, mientras trabajaba de moza en el restaurante del Club Náutico de Zárate. Me agradaba mucho escuchar a los comensales y tratar de explicarles de qué trataba cada plato que probaban.

Una vez recibida, decidí salir del salón para meterme de lleno en las cocinas. Ahí es donde conocí la cara de la gastronomía: despachos feroces de más de 250 cubiertos en Mahi Mahi, mariscos al lado del río, en Zárate, una novedad culinaria que me permitió desarrollar capacidad para trabajar bajo presión sin perder el orden y la inocuidad de los platos.

Después, mi paso más importante fue formar parte del equipo de cocineros de Sofitel, donde estuve cuatro años; ahí supe lo que es trabajar con grandes equipos, comida gourmet y despachos y servicios colosales.

Luego tuve un breve paso por Hilton Pilar, donde tuve la oportunidad de desarrollar menús diarios, permitiéndome liberar mi imaginación y sabor.

También tuve la suerte de trabajar en una bodega en Campana, lo que me permitió conocer otra página del gran libro que es la gastronomía, de la mano de un colega que me brindó herramientas y oportunidades para seguir aprendiendo.

Finalmente, me animé a trabajar en un restaurante de un house de un country, donde la cocina era Plant-Based, con un 85% de menú vegano. Fue un desafío interesante que me mostró que, si te apasiona de verdad cocinar, podés lograr platos deliciosos y nutritivos, sea del tipo que sea.

En este camino me hice de grandes maestros y, sobre todo, amigos.

Hoy, mi pasión por la cocina va más allá del sabor: creo que todos merecemos comer rico y sano, sin distinción. Cada plato que preparo busca transmitir amor, cuidado y respeto por los alimentos. Mi meta es seguir aprendiendo y aportando a la calidad alimentaria, especialmente en espacios comunitarios, donde la cocina puede ser una herramienta para mejorar vidas.