Las comidas de invierno españolas son mucho más que platos calientes: sopas, potajes y caldos alimentan cuerpo y alma y consiguen el equilibrio perfecto entre aporte energético y variedad.
No se cocina igual en Galicia que en Aragón, ni en la costa que en la meseta, y esa diversidad (junto al fuego lento y la autenticidad de las recetas) las convierte en un auténtico patrimonio gastronómico.
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¿Dónde comer comidas de invierno en España: nuestras mejores opciones?
En España, los guisos son sinónimo de invierno. Desde los cocidos al fuego de leña en los pueblos de la Maragatería hasta el marmitako vasco o la escudella catalana, cada región tiene su receta de cuchara.
Solo debes fijarte en los restaurantes o casas de comida con historia, aléjate franquicias y disfruta de la esencia misma de la ciudad. En todos estos locales “de siempre” tienen como especialidad el plato típico de la zona.
Hoy, esos sabores tradicionales conviven con la creatividad de la alta cocina y también pueden disfrutarse en casa, gracias a chefs que reinterpretan la tradición o la llevan directamente a tu mesa.

Los platos de invierno emblemáticos de la comida española: recorremos el país a «golpe de guiso»
Fabada asturiana (Asturias)
La fabada es un deleite sensorial: el caldo que borbotea despacio, las fabes que se deshacen en la boca y el aroma del compango (chorizo, morcilla, panceta) que invade la cocina horas antes de sentarse a la mesa.
Este guiso pide tiempo, paciencia y hambre, porque se prepara el día anterior para que gane contundencia y se sirve en platos hondos para mojar pan sin remordimientos.
Es la comida perfecta para un domingo con amigos, cuando nadie tiene prisa por levantarse de la mesa.
Cocido maragato (León)
Este guiso tiene personalidad porque se sirve al revés: primero las carnes (chorizo, gallina, tocino y oreja), luego las verduras y por último los garbanzos con la sopa.
El orden no es error ni capricho, ya que los arrieros maragatos solían tener prisa, pero necesitaban comer lo más contundente primero para soportar largas jornadas en la fría montaña leonesa.
Es ideal para compartir con vino de la tierra (tintos y rosados de uva Mencía, crianzas de Prieto Picudo o blancos de Albarín Blanco) y no perdona a los impacientes, así que conviene reposar entre plato y plato.
Marmitako (País Vasco y Cantabria)
El marmitako es una receta de los marineros que faenaban semanas enteras en el Cantábrico y que fascina por su equilibrio y sencillez.
Se cocinaba en alta mar, en una marmita (de ahí su nombre), con lo que había a bordo: bonito del norte recién pescado, patata, cebolla, pimiento y caldo de pescado.
Es perfecto para compartir, con vistas al mar, acompañado de sidra o txakolí bien frío: el contraste de temperatura potencia sus sabores.
Olleta (interior de la Comunidad Valenciana)
La olleta es una comida típica de los labradores valencianos. Admite cualquier verdura y legumbre (judías, garbanzos, arroz, patata, nabo, acelgas…) y puede llevar un poco de jamón o embutido para darle un toque ahumado.
No es un plato espectacular a la vista (en el interior de Castellón, se sirve dentro de una calabaza), pero es suave, equilibrado y reconfortante.
Migas del pastor (Aragón, Castilla-La Mancha y Extremadura)
Las migas son ejemplo de cómo el ingenio convierte la escasez en manjar: pan duro, ajo, pimentón, aceite y trozos de chorizo o panceta son suficientes para preparar una delicia.
El truco es usar una sartén bien caliente y remover sin parar hasta que cada miga quede suelta y crujiente (las mejores migas son las que suenan).
Aunque se comen en toda España, son especialmente conocidas en las sierras de Albarracín (Teruel) y Cuenca, donde se sirven en cazuelas de barro humeantes, acompañadas de uvas.
Lo mejor es comerlas directamente del centro de la mesa, manchando las manos de aceite.
Caldo gallego (Galicia)
El caldo gallego es pura honestidad: grelos (amargos e inconfundibles), alubias blancas, patata, unto y chorizo.
Esta sencillez esconde una comida ligera pero sustanciosa, que huele a tierra húmeda y que es el antídoto perfecto para los días de lluvia y viento atlántico.
Se toma despacio, entre conversaciones, con vino tinto joven y pan gallego.
Disfrutar en casa de la mejor comida de invierno para una experiencia gourmet
Pero ¿qué pasa si vivimos en Madrid y queremos un buen Marmitako?, ¿y si estamos en Sevilla y nos apetece una Fabada asturiana auténtica? Pues en ese caso, ¡estas de enhorabuena!
Si prefieres descubrir las mejores comidas de invierno españolas sin salir de casa, puedes contratar un chef privado a través de Take a Chef. El chef estará totalmente especializado en la comida que pidas y diseñará el menú como si estuvieras en la zona del guiso.
Además, comprará los ingredientes y servirá los platos como si estuvieras en un restaurante. Es una opción ideal para planes románticos, celebraciones o si te apetece convertir una noche de invierno en una experiencia gastronómica exclusiva en una casa rural o un Airbnb (sin esperas ni desplazamientos).
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¿Y para los más golosos? Los postres de invierno más populares de España
Las comidas españolas de invierno merecen un broche dulce, y estas son nuestras propuestas:
Queso con miel y nueces (Navarra y norte de España)
No es el postre más elaborado, pero es un final elegante para cualquier homenaje gastronómico invernal: queso de oveja curado (tipo Roncal o Idiazábal), un chorrito de miel y nueces tostadas.
Perfecto para comidas o cenas contundentes, sin espacio para dulces pesados, ya que el contraste entre salado, dulce y crujiente funciona siempre.
Membrillo con queso (Andalucía, Murcia y Castilla-La Mancha)
Otro clásico de las sobremesas invernales es una loncha de membrillo dulce acompañada de queso curado (manchego, de Murcia al vino, etc.).
No requiere grandes presentaciones ni complicaciones (se corta, se sirve y se disfruta), pero cierra muy bien las comidas copiosas porque el dulzor del membrillo limpia el paladar sin empalagar.
Acompáñalo de una copa de vino dulce o un orujo.
Tocino de cielo (Andalucía)
El tocino de cielo es un bocado de paraíso: yema de huevo, azúcar y poco más, cocinado al baño maría hasta conseguir una textura casi untuosa y un color dorado intenso.
De origen conventual, es típico en Andalucía y se sirve frío, en porciones pequeñas y con un vino dulce tipo Pedro Ximénez.
Si lo pruebas en un restaurante o en casa, pide al chef que le ponga un poco de nata montada sin azúcar.
Arroz con leche
El arroz con leche se prepara con paciencia (hay que remover para que el grano empape bien la leche) y el resultado es una textura suave y un aroma a canela y limón que perfuma toda la casa.
Cada región tiene su versión: más cremoso en Asturias, con canela generosa en Andalucía y caramelizado por encima en el norte.
Si lo terminas con azúcar y soplete, déjalo enfriar antes de romper la costra: el contraste entre crujiente y cremoso es adictivo.

Un buen postre, de los de verdad, cerrará tu menú made in Spain por todo lo alto. Así que, te invitamos a darte un capricho y elegir uno de estos deliciosos postres.
Como en el caso de las comidas de invierno, si no eres muy fan de la cocina, podrás pedirle al chef que elabore alguno de estos postres (¡o todos!)
Lo importante es que te des la oportunidad de recorrer nuestro país a través de sus sabores más auténticos. En esta deliciosa misión, en Take a Chef estaremos encantados de ayudarte a llevar los rincones gastronómicos de España directamente a tu mesa.
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Preguntas frecuentes sobre las mejores comidas de invierno en España
¿Por qué las comidas de invierno españolas son para compartir?
Porque son perfectas para sobremesas largas y sin prisa, y porque la mayoría de los platos piden conversación, un buen vino y pan para mojar. La cocina de invierno española no es fast food, es tiempo compartido.
¿Puedo adaptar estos platos si soy vegetariano/vegano?
La mayoría de estos guisos de inviernos nacieron de la necesidad: la olleta valenciana, las migas o el caldo gallego pueden prescindir del embutido sin perder su esencia. En otros casos, se puede sustituir el unto por un buen aceite de oliva, el chorizo por pimentón ahumado y las carnes por setas, garbanzos o alubias.
¿Merece la pena contratar un chef privado para probar este tipo de cocina?
Si quieres la experiencia completa sin moverte de casa, sí. Un chef privado te contará la historia del plato, adaptará el menú a tus gustos (o intolerancias) y convertirá tu salón en un restaurante. Es ideal para casas rurales, celebraciones o impresionar a tus invitados. El precio de un chef a domicilio para un cocinero especializado en cocina tradicional española parte de un precio base de 50 € por persona.
¿Puedo encontrar estos platos fuera de sus regiones de origen?
Sí, pero te recomendamos tener expectativas realistas: un caldo gallego en Madrid puede estar bueno, pero no sabrá igual que en un mesón tradicional de Lugo. Si buscas la mayor autenticidad, contrata un chef que conozca la receta es la mejor opción posible.




